Introducción
El conocimiento
humano se ha
explicado desde distintas visiones filosóficas: para algunos
proviene de la
razón, para otros de la experiencia, y también puede
entenderse como una
integración de ambas. La investigación científica
surge como el proceso
sistemático y organizado que permite transformar ese
conocimiento en
explicaciones confiables, utilizando métodos y procedimientos
claros para
comprender la realidad y dar respuesta a problemas concretos.
Antes de abordar las
características de la investigación, revisemos el origen
del conocimiento
humano según filósofos que se han planteado esta
cuestión como Descartes (1981)
y Leibniz (1991), el conocimiento humano surge principalmente de la
razón. En
contraste, otros filósofos como Locke (1994) y Hume (1992)
afirman que el
conocimiento proviene de los sentidos.
Además,
existen posturas que
consideran que en la construcción del saber intervienen tanto la
razón como la
experiencia sensorial. Por ejemplo, Aristóteles y Santo
Tomás de Aquino señalan
que primero percibimos y experimentamos, y después pensamos y
reflexionamos;
mientras que para Kant (1996), primero pensamos y, a partir de ello,
interpretamos lo que sentimos.
Con respecto al
racionalismo, este es una postura filosófica que se centra en
explicar el
origen del conocimiento. Plantea que el sujeto cognoscente puede
resolver esta
dificultad a partir de la razón, considerando que todo
conocimiento proviene de
la mente, el alma o la inteligencia del ser humano, y no de la
experiencia
sensorial.